La fecundación «in vitro» desde la perspectiva de nuestra bióloga
El tratamiento de fecundación «in vitro» es uno de los más comunes entre las parejas infértiles y uno de los más eficaces. El procedimiento es muy complejo y para llevarlo a cabo se ponen en juego conocimientos y tecnologías muy avanzadas. Explicamos a continuación cada uno de los pasos que llevamos a cabo en el laboratorio, desde el comienzo hasta el día de la transferencia:
Día -1
Durante el tratamiento, los días más importantes (para el laboratorio) comienzan el día antes de la punción folicular; es cuando prepararemos todos los medios de cultivo donde estarán los embriones durante todo el tiempo que estén en el laboratorio (de dos a seis días). Cada medio se pone en una placa distinta, identificada con las iniciales de la paciente y un número asignado por laboratorio para que no haya ninguna confusión, a partir de ahí, todo lo referido a esa paciente se nombrará de igual forma.
Día 0
El día de la punción, mientras la paciente está en la sala de punciones en el laboratorio preparamos todo para que esté a una temperatura adecuada y los óvulos sufran el mínimo estrés. Son unas células muy delicadas, son sensibles a la temperatura, luz, compuestos volátiles. Por ello tanto la paciente como el personal de laboratorio debe acudir sin maquillaje, perfume, etc.
Cuando nos llegan los tubos con el líquido folicular buscamos los óvulos. Son como unos huevos fritos, donde el óvulo es la yema y está rodeado por células que serían la clara. Una vez recuperados, los dejamos en un medio con nutrientes para que sigan protegidos y realizamos el siguiente paso.
SI es una fecundación in Vitro clásica, prepararemos la muestra de semen, colocaremos los ovocitos con unos 8000 espermatozoides aproximadamente y los dejaremos incubando a 37ºC hasta el día siguiente.
SI es un ICSI, necesitamos saber si los óvulos son o no maduros, para ello tenemos que deshacernos de las células que hay alrededor, lo hacemos de forma química (con hialuronidasa, un compuesto que rompe las uniones entre las células) y de forma mecánica (por fricción, aspirando y soltando los óvulos con una pipeta fina hasta que desaparezcan todas las celulas alrededor).
Una vez que sabemos qué ovocitos son maduros, con la muestra de semen de la pareja o del donante se microinyectan, es decir, se pone un único espermatozoide (lo más normal posible morfológicamente) dentro de cada óvulo y al igual que en la FIV clásica se dejan incubando en un medio de cultivo con nutrientes hasta el día siguiente.
Día 1
Una vez han transcurrido alrededor de 18 horas de la microinyección del espermatozoide o de la FIV convencional, debemos mirar al microscopio si los óvulos han sido o no fecundados. En ellos debemos observar dos cosas: que haya dos pronúcleos (uno perteneciente al espermatozoide y otro al óvulo) y que haya dos corpúsculos polares (para saber si el ovocito ha madurado correctamente o no). Una vez observado se apunta y se cambian los embriones a un medio de cultivo limpio y nuevo para que puedan seguir recibiendo nutrientes durante los siguientes 2 días.
En este momento se llama a la paciente para informarle de cuantos óvulos han fecundado y para decirle cuándo se hará la transferencia embrionaria, dependiendo de cuántos embriones tenga.
Día 2
Este día se observan los embriones alrededor de 45 horas después de la punción folicular. En este momento, un embrión ideal tiene que tener 4 células con un núcleo cada una y sin fragmentación (pequeños trocitos de células que se quedan sueltos cuando se produce una división).
Que un embrión no sea perfecto (calidad A) no quiere decir que no tenga capacidad de dar un recién nacido vivo. Quizá depende de la hora exacta de la observación, de la preparación del útero materno y de otros muchos factores que afectan a la hora de quedar embarazada.
Si en este día se produce la transferencia embrionaria, se seleccionan el o los embriones que se van a transferir y el resto se congela, se desecha o se deja en cultivo cuando no se tiene una visión clara de lo que va a pasar con ese embrión.
La transferencia embrionaria es un proceso muy simple donde el ginecólogo pone los embriones dentro del útero materno, para ello utiliza una cánula para canalizar el cuello del útero (una guía para saber por donde va) y otra con los embriones dentro.
Una vez realizada la transferencia en el laboratorio se comprueban las cánulas para comprobar que no queda ningún embrión y vamos a avisar a la sala de transfer para indicar que todo está en perfectas condiciones.
Día 3
En el día 3 (72h) los embriones deben tener 7-8 células de tamaño similar y seguir con poca fragmentación. Esto nos da un embrión de calidad A. En caso de no haber realizado transferencia el día anterior se realiza la transferencia y si no, se vitrifican o se dejan a cultivo de nuevo. Si ya sabemos que no son válidos los embriones de desechan.
Dia 5-6
A partir del cuarto día, los embriones dejan de crecer en células y forman un blastocisto. Un blasto está compuesto por dos tipos de células, las de fuera, que darán lugar a la placenta y las de dentro que darán lugar al feto.
En estos días aún se puede hacer la transferencia si no se ha realizado. Hay que tener en cuenta que cuantos más días pasen los embriones en el laboratorio, más se irán quedando atrás. Los que llegan a blastocisto son los embriones realmente fuertes de todos los óvulos que extrajimos días atrás. Eso no significa que un embrión desechado no hubiera podido dar un embarazo viable siendo transferido en el momento correcto. Nuestro mejor incubador siempre es el útero que contiene todos los nutrientes y sustratos necesarios para que se desarrolle el embrión y el feto.
A partir del día 6 los embriones por ley ya no pueden quedarse en el laboratorio, por tanto el embrión que al final del día 6 no haya podido ser transferido o vitrificado, se desechará.