Ayudar o lucirse

Ayudar o lucirse

Aunque parezca nuevo y original, de esto se viene escribiendo desde el principio de los tiempos de la reproducción asistida. En todos los centros existe el deseo y la aspiración de poder publicar tasas de embarazo muy altas que contribuyan a que un número más grande de parejas los elijan frente a la competencia gracias a la ‘falsa’ imagen de calidad que proporcionan esas cifras supuestamente altas.

Existen muchas formas de mejorar esos datos de forma artificial, y una muy extendida es el rechazar o excluir de la estadística aquellos casos de mal pronóstico en los que sabemos que las probabilidades son bajas. Las estrategias son varias: ciclos de prueba, ciclos para acumulación de ovocitos, cancelaciones si no se alcanzan determinadas circunstancias… Esto permite extraer del denominador un número grande de ciclos y hacer que el cociente crezca de forma significativa.

Pero lo que de verdad nos hace médicos es a cuántas personas ayudamos, no cuántas excluimos de nuestros tratamientos y para ayudar hay que luchar por cada una de ellas intentando llevar hasta el máximo las, a veces escasas posibilidades, que pueden tener. No estoy hablando de casos hipotéticos sino de casos reales. Cuando se cancelan ciclos con menos de 3 ovocitos se están usurpando posibilidades de embarazo. Que no se me entienda mal, la decisión de luchar por cada mínima posibilidad debe ser compartida por la pareja o la mujer que se somete al tratamiento. El principio de autonomía del paciente debe prevalecer en cualquier circunstancia, pero no debemos dejar de permitir que esto ocurra.

Un ejemplo real que por motivos obvios no identificaré, pero estará entre los datos oficiales del registro de la SEF que se enviarán es su momento. La paciente padece baja respuesta, no ya baja reserva sino que le han cancelado un ciclo en otro centro porque solo crecía un folículo. Tras informarla de las escasas posibilidades de éxito y de las alternativas, decide iniciar un nuevo tratamiento durante el cual se vuelve a observar el crecimiento de un solo folículo. En cada control se comenta la posibilidad de cancelar el ciclo y de la pocas posibilidades. La paciente decide seguir y llega a la extracción de ovocitos. Se obtiene uno maduro que se fecunda mediante FIV tradicional. Se obtiene un embrión que se transfiere y da lugar a un embarazo evolutivo que en este momento sigue su curso normal, ya cerca del tercer trimestre.

Por lo menos da que pensar, cada paciente, cada decisión, cada circunstancia es distinta y sobre todo cuando una persona tiene la intención de luchar hasta el final, somos los médicos quienes tenemos que ayudarles y poner todo el conocimiento y la tecnología a nuestra disposición para que puedan alcanzar el éxito.